Ésa es la expectativa de Ricardo Angelucci, secretario de la comisión de la joya del patrimonio arquitectónico de la Ciudad de Buenos Aires, cerrada desde 1997. Las reparaciones comenzaron recién en 2018, cuando, contó, se encontraron con un edificio muy deteriorado y lleno de roedores. Ahora se trata de recuperar su espíritu y su gastronomía.
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